Carles Dénia, músico total

Un día nos contó Carles que desde niño ya le perdía la curiosidad por el flamenco. Por su cuenta trabó amistad con algunos gitanos de su ciudad, y el respeto por su arte y la naturalidad en el trato le abrieron las puertas de inmediato.

El duende y los “soníos” negros ya se lo comían por dentro desde muy joven, y, de una forma autodidacta, también apuntaba maneras tocando blues y rock’n roll en la ciudad que lo vio nacer, Gandía, 1971. Pero pronto se dió cuenta que ese mundo se le quedaba pequeño. Influenciado seguramente por su hermana Eva, que cada día se asentaba más en el mundo del jazz, por un entorno familiar muy ligado a la creatividad y al esfuerzo, y, por su permanente inquietud, investigó y tomó clases con músicos solventes como Joan Soler y Dani Flors entre otros. Poco a poco se fue convirtiendo en un guitarrista original y creativo en la medida que ensanchaba sus conocimientos.

Es en ese momento, apoyado por toda su familia, cuando toma una decisión trascendental en su vida: irse a Holanda a estudiar, concretamente al Royal Conservatoire of the Hague, en La Haya, del que llegaría a formar parte, años más tarde, como profesor asociado. Es allí donde pule sus sólidos rudimentos y empieza a conocer las secuencias completas del lenguaje musical y su expresión. Conoce a otros músicos y también otros comportamientos culturales que le abren puertas. Forma, con su amigo el contrabajista alemán Uli Glaszmann, un equipo que será básico en los trabajos sucesivos. Comienzan grabando un tributo, muy original, a uno de los gigantes del jazz, Bill Evans. El disco se llama Ten String for Bill Evans (Edition Musikat,2001), un dúo sin trampas, guitarra y contrabajo, por aquello de que entre los dos instrumentos suman 10 cuerdas.

Paralelamente a esto, no abandona su pasión por el flamenco. Compra discos de viejo, estudia el pasado del cante en libros y fonotecas y no para de escuchar a los grandes, Tomás Pavón, Manolo Caracol, La Niña de los Peines, Manuel Torre… Mientras, se inicia como profesional cantando para el baile. Graba su primer disco en solitario, Cante Errante (NLdisco,2005), y posteriormente en colaboración con la Internationaal Danstheater, Wanderers From Rajasthan (2006).

Tan alta com va la lluna


Carles vuelve a España y se instala en Barcelona. La siguiente aventura, el Cant d’Estil, inaugura la relación con Comboi. Sabedor de las profundas conexiones -en muchos casos perdidas- entre nuestro patrimonio musical y la cultura andalusí, y partiendo de los registros fonográficos de maestros como Evaristo, Sabatereta, el Ceguet de Marxalenes…, inicia una nueva línea estética respetuosa en las esencias, sin copias ni fusión, trasladando aquel espíritu de los antiguos a nuestros tiempos.

Introduce textos nuevos, modifica la instrumentación, ajonda las guitarras, se permite algún que otro vuelo armónico allá donde no se destruye nada pero sin irse del punto, y lo más significativo, o adictivo que diría J. V. Frechina, nos regala su voz, afinada, rota, cálida y con sentimiento.

El fruto de este trabajo es Tan alta com va la lluna (Comboi, 2008), grabado con La Nova Rimaire, una banda de sólidos músicos enamorados de lo que hacen: Mario Mas (guitarra), Cristóbal Rentero (dolçaina, guitarró y bandurria), Paco Lucas (laúd y bandurria), Néstor Mont (guitarra), Uli Glaszmann (contrabajo), Udo Demandt (percusión) y LLuna Aragón (violín).

La aparición de Tan alta com va la lluna en el panorama de la música tradicional valenciana trae un aire regenerador en el cante y en la instrumentación. Ambos habían permanecido inalterables y pegados a la tradición durante décadas.

Al principio se alzan algunas voces críticas, pero la audacia del disco encandila a sabios y a profanos, y así lo pregonan periodistas y musicólogos como Josep Vicent Frechina, Juanma Játiva, Jordi Martí y Amàlia Garrigós, por citar a algunos, y lo acreditan los premios que recibe: Ovidi Montllor 2009, Enderrock 2009, Altaveu Frontera y Altaveu 2010.

El paradís de les paraules


En paralelo al Cant d’Estil, al flamenco y al jazz, ampliamente tratados en su repertorio, Carles se pone a trabajar en su proyecto más abierto y heterodoxo, El paradís de les paraules (Comboi, 2012).

Un trabajo monográfico sobre poemas de los poetas árabes que vivieron en valencia entre los siglos X y XII, en colaboración con Josep Piera, que adapta los textos traducidos del árabe por Josep R. Gregori. Así, Ibn Khafaja, Ar-Russafí, Ibn Lubbun, Ibn Al-Jannan, Ibn Sahl, Marj Al-Khul, Ibn Yanniq, entre otros, son musicados de una forma libre, sin pretensión alguna en situarlos en un tiempo determinado. Es un trabajo atemporal donde se transmite el deleite y el saber vivir de los habitantes de aquel jardín exuberante que fue un día nuestra tierra.

En este sentido, Carles Dénia pone al servicio de la poesía todo el arsenal de recursos expresivos que ha ido labrando a lo largo de su variada trayectoria, lo que le permite fantasear con la música y conducirla por parajes insospechados, donde la melodía abraza fielmente la métrica de los versos. En nuestra opinión, es, sin duda, el trabajo que mejor resume el genio de este músico valenciano.

L'home insomne


Tras ese ejercicio libre que ha sido El paradís de les paraules, Carles necesita de nuevo enfrentarse a la tradición, pero bien entendida, como él no se cansa de repetir, renunciando a una pureza encasillada en otro tiempo, con respeto al sonido de rondalla y entrando con naturalidad allá donde el flamenco fluye junto al cant d’estil.

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